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Proceso de enseñanza con las TICs
Por: Vanessa González
Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) constituyen una de las fuerzas renovadoras en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y debemos considerarlas un elemento clave para el desarrollo futuro de la educación, además de ser un elemento que no sólo afecta a docentes y alumnos, sino también a padres, administradores de centros educativos y demás componentes de la comunidad educativa. Nos estamos centrando, eso sí, en las posibilidades de las TIC en el ámbito de la enseñanza reglada y en las nuevas formas de aprender en un ambiente tecnológico multimedia.
Desde una perspectiva de educación intercultural, la incorporación de las TIC en la educación (y todas sus posibilidades: herramientas socio-cognitivas, interactividad, mediación) puede significar la comprensión de la interdependencia, reciprocidad y respeto a la diferencia de culturas, siempre que se ejercite una educación para la comprensión y de actitud abierta ante la diversidad.
Nuestros alumnos nacen en una cultura en la que todo es clicable, y como profesores debemos saber integrarnos en el mundo de nuestros alumnos. Sin embargo, todos debemos ser conscientes de que la introducción de las TIC no significa aprendizaje sin esfuerzo.
Actualmente asistimos a un gran debate sobre la efectividad de las TIC como medios didácticos, partiendo de la aceptación generalizada de que pueden resultar recursos facilitadores siempre y cuando sean bien utilizados. En este sentido, se trata de la utilización de las TIC desde una perspectiva enriquecedora, que mejore el proceso de enseñanza-aprendizaje, y que ayude a lograr los objetivos previstos dentro del sistema educativo donde todos tengan acceso a las TICs.
Sin embargo, aunque se están realizando notables esfuerzos para aumentar la presencia física de la tecnología en los centros educativos, es evidente que todavía no resulta suficiente: solamente se ha llegado a un número determinado de centros, y los recursos que estos pueden destinar a su adquisición son limitados, lo que evidencia que las TIC se dan en una situación de desigualdad (social, territorial, género...) y pueden contribuir a acentuarla o no: desigualdad de acceso (económica, técnica) y de uso (cultural).
Se da la circunstancia de que la no disponibilidad de una máquina (el ordenador) y una conexión (Internet) suponen una barrera radical, pero, si esa barrera se supera, se abren enormes posibilidades, hacia una acción diversa y potencialmente más igualitaria, más que con otros medios.
Sumado a esto, es evidente la necesidad de una alfabetización digital para los profesores y maestros que les permita explotar estas nuevas herramientas tecnológicas. No sólo se trataría de conocer las aplicaciones y su funcionamiento, el profesor/maestro debe ir cambiando su papel paulatinamente: de transmisor de conocimientos debe pasar a facilitador o mediador del aprendizaje, con tareas específicas antes, durante y después de la instrucción.
Lógicamente el papel del alumno también tendrá que cambiar: su participación activa en el aprendizaje es fundamental, con una disposición positiva hacia el aprendizaje. Ahora el problema pedagógico no consiste en la transmisión de información por parte del docente a los alumnos, ya que éstos últimos pueden acceder directamente a ella. Los docentes tendrán que dar sentido a esta información, conseguir que los alumnos apliquen metodologías activas y que desarrollen el sentido crítico (búsqueda de información relevante y veraz, creatividad, resolución de problemas...), personalizadas (tratamiento de la diversidad) y que fomenten el trabajo cooperativo.
Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) constituyen una de las fuerzas renovadoras en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y debemos considerarlas un elemento clave para el desarrollo futuro de la educación, además de ser un elemento que no sólo afecta a docentes y alumnos, sino también a padres, administradores de centros educativos y demás componentes de la comunidad educativa. Nos estamos centrando, eso sí, en las posibilidades de las TIC en el ámbito de la enseñanza reglada y en las nuevas formas de aprender en un ambiente tecnológico multimedia.
Desde una perspectiva de educación intercultural, la incorporación de las TIC en la educación (y todas sus posibilidades: herramientas socio-cognitivas, interactividad, mediación) puede significar la comprensión de la interdependencia, reciprocidad y respeto a la diferencia de culturas, siempre que se ejercite una educación para la comprensión y de actitud abierta ante la diversidad.
Nuestros alumnos nacen en una cultura en la que todo es clicable, y como profesores debemos saber integrarnos en el mundo de nuestros alumnos. Sin embargo, todos debemos ser conscientes de que la introducción de las TIC no significa aprendizaje sin esfuerzo.
Actualmente asistimos a un gran debate sobre la efectividad de las TIC como medios didácticos, partiendo de la aceptación generalizada de que pueden resultar recursos facilitadores siempre y cuando sean bien utilizados. En este sentido, se trata de la utilización de las TIC desde una perspectiva enriquecedora, que mejore el proceso de enseñanza-aprendizaje, y que ayude a lograr los objetivos previstos dentro del sistema educativo donde todos tengan acceso a las TICs.
Sin embargo, aunque se están realizando notables esfuerzos para aumentar la presencia física de la tecnología en los centros educativos, es evidente que todavía no resulta suficiente: solamente se ha llegado a un número determinado de centros, y los recursos que estos pueden destinar a su adquisición son limitados, lo que evidencia que las TIC se dan en una situación de desigualdad (social, territorial, género...) y pueden contribuir a acentuarla o no: desigualdad de acceso (económica, técnica) y de uso (cultural).
Se da la circunstancia de que la no disponibilidad de una máquina (el ordenador) y una conexión (Internet) suponen una barrera radical, pero, si esa barrera se supera, se abren enormes posibilidades, hacia una acción diversa y potencialmente más igualitaria, más que con otros medios.
Sumado a esto, es evidente la necesidad de una alfabetización digital para los profesores y maestros que les permita explotar estas nuevas herramientas tecnológicas. No sólo se trataría de conocer las aplicaciones y su funcionamiento, el profesor/maestro debe ir cambiando su papel paulatinamente: de transmisor de conocimientos debe pasar a facilitador o mediador del aprendizaje, con tareas específicas antes, durante y después de la instrucción.
Lógicamente el papel del alumno también tendrá que cambiar: su participación activa en el aprendizaje es fundamental, con una disposición positiva hacia el aprendizaje. Ahora el problema pedagógico no consiste en la transmisión de información por parte del docente a los alumnos, ya que éstos últimos pueden acceder directamente a ella. Los docentes tendrán que dar sentido a esta información, conseguir que los alumnos apliquen metodologías activas y que desarrollen el sentido crítico (búsqueda de información relevante y veraz, creatividad, resolución de problemas...), personalizadas (tratamiento de la diversidad) y que fomenten el trabajo cooperativo.
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